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Un día por Bilbao

  • Categoría de la entrada:Experiencias

La aventura de ir a Bilbao nace con un amigo para Semana Santa, con la idea de poder disfrutar de correr por otras ciudades. Al ver que la carrera cae en sábado por la tarde, no dudamos y decidimos apuntarnos e ir.

El día comienza saliendo a las 8 de la mañana de Zaragoza, con la idea de tener un viaje tranquilo y llegar con tiempo para recoger el dorsal, dejar el coche bien aparcado y andar un poco para estirar las piernas. Lo más importante: comer con tiempo para hacer bien la digestión y que luego no tengamos hambre.

Se va acercando la hora de la carrera y ya estamos por San Mamés, un campo precioso.

La salida resulta difícil por el agobio de gente que se junta y pretende adelantar desde el primer momento. Logro mantenerme durante varios kilómetros junto a la liebre de 3h 30min de la maratón, hasta que veo que puedo dar más y decido dejarla atrás. Tras unos kilómetros de subidas y bajadas, vamos en dirección a la Ría, y es allí donde la carrera cambia por completo, pasando a ser grandes rectas. A medida que sigue avanzando la carrera, me sigo encontrando muy bien, tanto de piernas como de cabeza, controlando en todo momento. Llega el giro de 180° tanto en el recorrido como en mi carrera: se me suben los gemelos en ese maldito giro y no puedo seguir en condiciones, por lo que tengo que pasar al modo de supervivencia. Llega un momento en que no puedo doblar las piernas y tengo que ir prácticamente arrastrando los pies.

Llega el último kilómetro y el ambiente que se respira en los alrededores del Museo es increíble; aun así, no me da para sacar fuerzas y acabar subiendo un poco el ritmo.

Entro en meta con un tiempo de 1h 47min 18seg, quedando a 19 segundos de mejorar mi marca, a pesar de haber recorrido 4 o 5 kilómetros sin poder correr bien. Ese resultado me da un subidón de energía para colgarme la medalla bien contento y darme cuenta de que realmente he disfrutado de la carrera, aunque también he sufrido.

Llegué con la intención de disfrutar y no hacer marca, simplemente terminar, y me voy con la ilusión de haber terminado, de haber puesto mi cuerpo al límite y haberlo aguantado.

Sergio Aliaga